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LA HIPOCRESÍA EUROPEA. Francia, ¿culpable de la situación de Rumanía y Bulgaria?

En los tiempos que corren, nos ha tocado vivir a todo el mundo una de las peores crisis económicas de toda la historia. Una crisis que ha llevado a millones de personas y familias enteras al borde de la catástrofe, quitando de sus vidas hasta lo más esencial como son los alimentos básicos. Se han perdido puestos de trabajo, casas, poder adquisitivo y un mínimo bienestar en todos los países del mundo. Esto nos lleva a reflexionar sobre la política económica que ejercen los países y a analizar si realmente los políticos que gobiernan el planeta, miran realmente por los intereses de sus ciudadanos o qué es lo que realmente hacen. Recordemos que ha habido inyecciones económicas hacia bancos y entidades financieras responsables de esta hecatombe mundial, pero no ha habido dinero real, o al menos el suficiente, para proteger a quienes han perdido su techo, el trabajo y peor aun, no ha habido ni hay dinero para los que no tienen para comer. Esto ha llevado a que muchos extranjeros que llegaron de otros países en busca de una vida mejor, hayan visto sus sueños mermados y los gobiernos, en algunos casos, incluso han incentivado el retorno a sus países de origen, pagándoles el total del subsidio por desempleo, de tal manera que, el extranjero recibía una cantidad económica considerable, posiblemente una cantidad suficiente para subsistir durante un tiempo en su país de origen y por otra parte, se aseguraban los gobiernos, que estas personas con el futuro, no supusieran una carga para el sistema del bienestar de su país. Cada uno es responsable de lo que ocurra en su casa y por tanto, ningún país tiene el derecho de obligar a otro a acoger a nadie que en sus países de origen, no tiene protección. Otra cosa son las excepciones. No se puede, por muy europeos que seamos, sacudirnos el polvo y permitir que emigren hacia otros países, personas que van sin rumbo, sin contrato, sin nada seguro sabiendo que no van a encontrar nada en su destino, tal vez porque al país del que son originarios estos emigrantes, les interesa quitarse de encima a quienes en las estadísticas, arrojan datos negativos para el país. Mucho se ha criticado y se critica en los últimos días, la decisión del presidente francés Nicolás Sarkozy, de expulsar del país galo a todos los gitanos rumanos y búlgaros que en la actualidad se encuentren sin empleo, vivienda, y al menos, viviendo con un mínimo de calidad. Pero, por qué no se critican a los gobiernos de Bulgaria y Rumanía de permitir que sus habitantes emigren sin nada, sin ningún tipo de protección, a sabiendas de que a donde van lo hacen sin ningún contrato o sin ninguna posibilidad de encontrar un trabajo que les asegure un mínimo de bienestar. Culpables unos y otros: los que pecan por acción y los que lo hacen por omisión. Se quiere tildar la acción del gobierno galo de racista y xenófoba, y nada más lejos de la realidad. Francia pretende asegurar el estado de bienestar a sus habitantes y dado que en Europa, se contruyen leyes sin contemplar supuestos como el que nos ha tocado vivir donde todos los países tienen mayor índice de pobreza y dónde el estado del bienestar no es seguro con esta situación, pues se decide reducir el gasto social y los índices de pobreza, porque nos guste o no, las personas para los gobiernos, somos datos, positivos o negativos, pero datos. Francia ha pagado y está pagando a cada adulto rumano o búlgaro, trescientos euros y a los menores cien euros para su retorno. Además, les pagan el billete de avión. Pero no todo queda ahí. A estas personas a las que se les ha obligado, según algunas voces, a abandonar el país, no se les cierra la entrada a Francia, es más, pueden volver justo después de llegar a su país de origen, eso sí, ya no volverán a tener ayuda francesa para volver a sus países. En definitiva, el análisis que debe hacer Europa sobre esta situación, no es solo analizar si la decisión de Francia es buena o no, sino analizar la situación que estas personas tienen en sus respectivos países, que ven como cada día miles y miles de personas los abandonan porque sus gobiernos no les dan un mínimo de bienestar. Primero hay que exigir a la Patria de cada uno, porque la Patria es Patria para lo bueno y para lo malo, y después, exigir al resto. No se puede obligar al vecino, que cargue con lo que al otro no le interesa tener en su casa, a pesar de que le corresponde. Por muy Europa que seamos, cada uno en su país quiere lo mejor para una mayoría y los servicios mínimos, no pueden verse mermados para satisfacer los deseos de otros que no son capaces de ofrecerlos en su casa.

Cataluña, fobia a lo español

En pleno ecuador del verano y con calores sofocantes, uno puede pensar que en España, las temperaturas alcanzan máximos históricos por varios motivos: el cambio climático, el ciclo de la vida y la calentura catalana. No es lógico que todo lo que huela a español levante tanto odio en un sector de la sociedad catalana, la que por cierto y mientras atacan de forma desmedida a España y a los españoles, no reniega de las ventajas que supone pertenecer y formar parte del Estado de Derecho, sobretodo los políticos que siguen cobrando del erario público sus millonarios sueldos y disfrutando de tantos privilegios. A Dios rogando y con el mazo dando. No importan los problemas reales de los catalanes ni las necesidades de miles de familias que en Cataluña pasan hambre, necesidades y viven rodeados de miseria, entre ella, la miseria de sus políticos radicales, ineptos e incapaces de “coger al toro por los cuernos”, nunca mejor dicho. La sociedad catalana, está cansada y hastiada de debates y discusiones tan tontas e innecesarias. La prohibición de las corridas de toros en Cataluña, más allá que un gesto de desvincularse de una tradición española, es un paso hacia la destrucción de empleo, un gesto de totalitarismo y un gesto evidente cercano a una dictadura. Estos políticos, manejan a su antojo el sentir general del pueblo y cuando saben que el pueblo, no les va a dar la razón de antemano, toman decisiones sin consultar al propio pueblo, basándose en la soberanía del parlamento catalán. Ya podrían haber movilizado a la sociedad catalana a un referéndum para preguntar sobre el tema y otro gallo hubiera cantado, pero como eso no interesa, la decisión se toma como se ha tomado, a traición. Y es que es evidente que estos políticos rancios y antiguos, hacen un flaco favor a la prosperidad catalana y española. Son una minoría con poder, y eso debe cambiarse sí o sí, en las leyes de nuestro país, concretamente en la que reparte la representación parlamentaria, para dejar de dar poder a los separatistas, pues de algún modo, atentar contra el Estado de Derecho, España, los españoles, la Carta Magna y el Rey, debe castigarse apartando a los individuos que osan a hacerlo, tal y como se hace con los terroristas, pues podríamos decir que esto, no es política sino otra forma de terrorismo. No hay más que analizar las decisiones y los planteamientos de estos políticos de tres al cuarto cuando proponen la prohibición de vender las muñecas flamencas, tan representativa de nuestro país. Supongo que para ellos, es mejor vender al muñeco del Cagané, tal vez porque representa realmente lo que son, una auténtica mierda que, sin oficio, está enfrentando a millones de personas con dos dedos de luces. Fobia a lo español y a todo lo que huela a España. Odio, rencor, insultos, vejaciones verbales, malas palabras, malos hechos y gestos. Esta es la política que radica en Cataluña por culpa de la ley electoral de este país. Pero hay que recordar a estos politiquillos que en realidad no representan a nadie, que por las leyes de este país, ellos son lo que son. Que gracias a extremeños y andaluces, Cataluña es hoy lo que es. Que gracias a la política fiscal y de impuestos de España, hoy Cataluña es grande y fuerte porque si los empresarios catalanes con empresas en otras regiones, pagaran sus impuestos en dichas regiones, que así debería ser, tal y como hizo la familia Ruiz Mateos en Extremadura con APIS y FRUCO, entonces cantarían de otra manera la canción. Como quiera que sea, esta gente no puede tener representación pues van en contra de la democracia, la convivencia y las reglas del juego. Y recuerden si van a Cataluña, compren souvernirs en las tiendas de chinos, típicos de China, para llevarse un buen recuerdo de España, porque cosas alegóricas a nuestro país, dejarán de existir. Y ahora con más orgullo que nunca, VIVA ESPAÑA, su gente y sus comunidades.